El cuidado de la ropa

El cuidado de la ropa

Lavar la ropa con agua de alguna balsa cercana, hacer la colada con ceniza del hogar, planchar a la antigua usanza y remendar algunas prendas de vestir eran faenas que realizaban las mujeres, muchas veces en el interior de la vivienda y en ocasiones con gran esfuerzo físico. Estos y otros muchos trabajos han recibido pocas veces la atención y el reconocimiento que merecen ya que resultaban fundamentales para hacer la vida un poco mejor para todos los vecinos. Son, asimismo, otro buen indicador de la necesidad que había de aprovechar al máximo los escasos recursos con los que se contaba.

Lavar la ropa

Tabla de lavar
Tabla de lavar

Sacábamos el agua de la balsa con pozales y echábamos a las bacías de madera y a lavar ahí. Yo a la Balsa el Tejar iba porque era mejor agua, a San Roque, porque la balsa de aquí caía mucha agua de manantial y no tomaba tan bien el jabón y aquella era de los terreros que caía, de la que llovía, y era mejor. El jabón lo disfrutaba más pero aquí se cortaba. Las bacías eran con una lavadora y lo demás de madera. Y abajo estaba el barranco que caía siempre agua y allí íbamos a aclarar, que era agua de lo que llovía y manantiales y por ahi. Las bacías había que llevarlas, cada una tenía la suya. Unas veces había que hacer dos viajes para llevar la ropa, llevar la bacía y después ir a buscar la ropa. En otras casas, en las casas ricas, había lavaderos de cemento.

A tenderla a lo mejor en el campo, entre el restrojo y por ahi se tendía. Yendo a la báscula donde el almendral ese era todo como una maleza, ramas de artos y cosas de esas, y allí tendíamos la ropa. A lo mejor nos la llevábamos a casa seca ya. Si no, teníamos unas cuerdas en casa, o en la cochera o en algún cuarto, y tendíamos.

El jabón que hacíamos en casa se hacía con sosa y grasas de lo que quedaba de freír algo. A calentarlo en un latón en el fuego y venga a darle vueltas hasta que se trababa todo. La sosa disolvía toda la grasa, cosas de chullas de antes, los tocinos, es que matábamos tocinos. La sosa la vendían en tiendas o la encargábamos si iba alguien a Zaragoza o a algún pueblo y nos la traían.

La colada

También se colaba la ropa. Se ponía en un cuenco con un chorro y un corcho. Ponían la ropa y encima una tela y echaban ceniza y había que echar agua hirviendo. Eso era colar. Ropa mejor blanca, de color no porque había alguna que teñía. Lo hacían antes, en las casas más ricas. Echaban ceniza del hogar y después tenían al lao un caldero. Con un puchero echaban y por el chorro salía, ahora es la lejía, entonces era eso, que no había lejía.

Planchar

Lavadero de cemento
Lavadero de cemento

Y la ropa había que plancharla. En la plancha se echaban unas brasas y había otras que se calentaban, pequeñicas también. Se planchaba en la mesa, ponías un paño más gordo y otro más fino y planchabas.

Coser

Había que coser también, algún botón, algún descosido. También había máquinas. No sé si con 15 u 16 años, tenía una tía en Zaragoza muy buena, y fui a aprender el corte a Zaragoza, y aquí pues a coser, modista.

La vida en las casas era coser y recoser y apañar. Yo me casé pero tuve que coser mucho. Le volvía a mi marido lo de aquí para arriba Teníamos dos burras y una la llevaba a la parada y cuando fue un día a la parada digo, te tengo que dar una camisa porque esa la llevas muy apañada, y le di una camisa. Y total que me dijo después, me has dao una camisa que estaba aún más apañada. Porque se volvía lo de arriba para abajo.

Todos los testimonios transcritos son fragmentos de la entrevista realizadas en el mes de agosto de 2014 a María Luisa Marco y Amparo Marco, nacidas en Las Pedrosas en los años 1921 y 1926.
Descargar la ficha divulgativa en formato PDF.