Las Pedrosas y la Guerra de la Independencia

Las Pedrosas y la Guerra de la Independencia

Guerra de la IndependenciaNos encontramos en el año 1808. Las pretensiones francesas de invadir Portugal, firme aliado de Inglaterra, para poder llevar a cabo de forma completa el bloqueo continental impuesto por Napoleón a las islas británicas, conducen a una invasión encubierta de España. A estas alturas el autoproclamado emperador francés ya cuenta en sus dominios con casi toda Europa, siendo la Península Ibérica uno de los pocos reductos que faltan por dominar. Distintas estrategias políticas han conducido a la abdicación de los soberanos españoles para su sustitución por familiares de Napoleón, de forma que las tropas francesas no encuentren resistencia a su paso por tierras españolas.

Para la invasión hay una ruta primordial cuya función es garantizar el suministro desde Francia a las tropas desplazadas a la península. Esta ruta discurre desde el Pirineo, cruzando a su paso ciudades como Jaca (donde su ciudadela, diseñada para impedir un posible ataque extranjero, no sirvió para nada) y Huesca, hasta una ciudad estratégica tanto por su enclave como por su puente sobre el río Ebro, que debido a su caudal impide que se pueda cruzar y supone una gran barrera natural. Esta ciudad es Zaragoza, y la época de la que hablamos son los Sitios, en los cuales, en cierto modo, las Cinco Villas y sus pueblos, Las Pedrosas entre ellos, se ven involucrados de una u otra forma.

Las tropas francesas intentan avanzar a la desesperada por todo el territorio aragonés para tomar Zaragoza y poder continuar con su invasión sin sobresaltos, pero las pocas tropas españolas que se encuentran preparadas para el combate están también por toda la provincia con la misión de detener el avance del enemigo.

Estamos en el mes de octubre de 1808, y el general Mina decide avanzar por la ribera izquierda del Ebro hasta las puertas de Zaragoza. Durante este avance llega a las Cinco Villas al mando de tres mil unidades de infantería y trescientas de caballería, y ataca la gendarmería de Ejea. Tras dos días de batalla, los soldados de que forman la guarnición logran escapar de noche pasando desapercibidos entre las líneas hostiles para replegarse hacia Zaragoza. En ese momento Mina ordena perseguirlos hasta Las Pedrosas, con la intención de crear la alarma en la capital, objetivo que logra con éxito. Tras ello Mina se dirigió hacia Ayerbe y Huesca, donde interceptó la carretera a Francia por Jaca (la actual carretera autonómica A-132). Esta acción se desarrolla durante la ausencia del general Musnier, y el comandante de Zaragoza, obviando el peligro, envia un batallón italiano del séptimo regimiento, con una compañía de voluntarios del segundo regimiento, para relevar la guarnición de Ejea. Al mando de este batallón está el oficial Ceccopieri, quien el 15 de octubre encuentra cerca de Zuera la guarnición que días antes había huido de Ejea tras el ataque de Mina. En ese momento decide ir hacia Ayerbe con el objetivo de restaurar la carretera y las comunicaciones interrumpidas por Mina. En su camino las tropas italianas llegan el día 23 a Zuera, el 24 a Las Pedrosas y el 25 a Luna.

Una vez en Ayerbe el objetivo parecía cumplido, pero Mina había organizado de nuevo la defensa de la zona, por lo que los italianos, ante la imposibilidad de atacar o poder defenderse, debieron replegarse formando un grupo muy compacto hasta Huesca. En el camino el batallón se vio completamente rodeado por las tropas españolas, tras lo cual fue perseguido, causando numerosas bajas tanto de oficiales como de soldados en sus filas. Finalmente el batallón se rindió el 17 de octubre a las tres de la tarde, a medio camino entre Ayerbe y Huesca.

Como puede apreciarse, la situación de Las Pedrosas le otorga gran valor estratégico, pues aunque carece de importancia a nivel defensivo (en ningún momento se despliegan tropas en la localidad), se encuentra en la ruta que unía Navarra, reducto de las tropas rebeldes, con Zaragoza, siendo un punto de referencia respecto a la capital, y por el cuál el ir y venir de tropas de uno y otro bando fue constante, puesto que la ruta que unía la península con Francia (la que interceptó Mina) era de suma importancia para el ejército francés.