La escuela de las niñas

La escuela de las niñas

La escuela de las niñas en Las Pedrosas

El cierre de la escuela de Las Pedrosas ha sido una de las grandes pérdidas para el pueblo. Los últimos años en que estuvo en servicio, esta escuela ocupó un único edificio dividido en dos partes separadas entre si, la escuela de las niñas y la de los niños. Esta separación espacial estuvo acompañada de importantes diferencias en la educación que recibían los chicos y las chicas puesto que se esperaba de ellos y de ellas cosas muy diferentes al hacerse mayores.

La escuela de la plaza

Libro escolar de Las Pedrosas
Libro escolar

Yo empecé la escuela en la plaza, en casa de Mimbela. Eso era el ayuntamiento y la cárcel estaba allí, luego la escuela. Era un cuadro majo, y luego estaba un cuartucho que le decían la cárcel y ahí cae la ventana a la plaza. Allí estuve dos o tres años. Las chicas. Y los chicos entraban por el otro lao, en la casa que se escachó arriba, Casa Saturnino.

Yo empecé a los cinco o a los seis. Estábamos todas juntas, lo que pasa que había secciones, los de primero, segundo, tercero, cuarto, conforme los años que se tenía. Un solo cuarto. Estábamos sentadas en unos pupitres que había dos tapas, las echabas p’atrás y ponías los libros dentro, después cerrabas y a escribir allí encima. Y cuando nos iba a pegar la maestra levantábamos el pupitre para que no nos pegara (se ríe). Eran unas sillicas pequeñas, dos en cada mesa. Nos sentábamos en parejas, como nos ponían.

Aprender a escribir y a hacer labores

Retrato escolar de Las Pedrosas
Retrato escolar

A la escuela llevábamos todo de casa, las pinturas, cuadernos, libros. Lo llevábamos en una cartera de cartón que había antes. Llevábamos un libro solo, el mismo libro llevábamos casi todos hermanos.

Entonces se escribía muy bien, de caligrafía. Y pintar y dibujar, también muy bien. Nos ponían dictado casi todos los días. Y si había alguna falta, que habías puesto mal alguna palabra, nos hacía escribir lo menos cien veces la misma palabra pa que se te quedara en la cabeza. Ibas con un par de hojas con esa palabra, ya no se te olvidaba. Usábamos tinta china y lapicero. La tinta china la ponía la escuela porque teníamos unos tinteros pequeñicos y cuando se nos acababa nos los rellenaban, en la misma mesa.

En la escuela por la tarde siempre hacíamos labores, coser, ganchillo, punto, nudillo, de todo. Todo lo que venía a pelo. Las chicas.

Los castigos

Escuela unitaria de Las Pedrosas
Escuela nueva

La maestra nos castigaba por cualquier tontería, si no nos sabíamos la lección, si hacíamos las cuentas mal. Palos llevábamos a montón. Con una regla. Nos dejaba encerradas si no nos sabíamos la lección, sin comer. Era peor porque no hacíamos más que hacer trastadas allí, jugar y hacer de todo menos estudiar. No queríamos estudiar la lección por quedanos encerradas con que calcula (se ríe). Nos dejó un día encerradas y no se acordó de soltanos, al hacer de noches.

Y como la pitorreábamos tanto le cogió un gato la Sandra y lo dejamos encerrao en el armario. Nos tuvimos que saltar por la ventana. Al otro’l día cuando entremos lo primero que hacíamos, buenos días ¿y qué tal ha descansao usted? Y rezar. Después ya nos poníamos a leer. Y me dice, ve al armario. Ay madre. Abro el armario, sale el gato, ¡unos saltos por las vidrieras arriba y abajo!. Y la maestra encima la mesa espantando con las faldas al gato (se ríe). La que allí se armó. Por suerte había un aujerico en el cristal y ella pensó que se había metido el gato solo.

La bandera y el Cara al Sol

Yo me acuerdo cuando íbamos a la escuela, buenos días doña Celia ¿qué tal ha descansao? Buenas tardes ¿qué tal ha comido? Cuando llegábamos ese saludo también lo hacías, te obligaba, vamos.

Y a cantar en la bandera. Teníamos fuera la bandera y la subías y la bajabas y te ponías en dos filas. Cuando yo fui a la escuela era el matrimonio el maestro y la maestra, y por la mañana ya lo tenías a don Ricardo, que tenía un genio… Entonces no te atrevías a contestar ni aún cuando te preguntaban. Nos ponía en fila las chicas en un lao y los chicos en otro. Subías la bandera con las cuerdas esas y cantabas, desde el Caralsol hasta lo de las flechas y todo eso. (Canta) Somos flechas que siempre llevamos la alegría en el corazón, por España nosotros triunfaremos. Y decías, a triunfar, a vencer, contestabas los unos y los otros, las chicas y los chicos, así unos y otros.

Los testimonios transcritos son fragmentos de sendas entrevistas realizadas en los meses de octubre y noviembre de 2016 a Carmen Pérez y Paquita Laguarta, nacidas en Las Pedrosas los años 1938 y 1948.
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